Hemos aprendido mucho durante este tiempo. Queremos compartir algunas reflexiones que creemos les pueden servir a otras personas que quieran experimentar con este tipo de proyectos participativos.
Primero, el co-diseño de objetivos y la flexibilidad para realizar ajustes mejoran la pertinencia y los aprendizajes.
Los tiempos y formatos de los proyectos, sobre todo de financiamiento, son muy distintos a los tiempos de las comunidades. A veces eso genera desajustes o dificultades entre los objetivos del proyecto y los de la comunidad. Es importante incorporar flexibilidad y reflexividad al trabajo para así poder ajustar y generar oportunidad para aprender. Este tipo de enfoque requiere tiempo y un trabajo que se proyecte a mediano plazo.
Segundo, la colaboración es virtuosa cuando busca la equidad entre los participantes y organizadores.
La ciencia ciudadana muchas veces promete, de manera implícita o explicita, que la comunidad podrá lograr autonomía o incluso prescindir de los expertos. Está promesa es compleja y choca de manera permanente con la realidad de los dispositivos y herramientas que existen o se pueden construir para responder preguntas desde la ciencia. En ese sentido nuestra experiencia y búsqueda ha estado marcada más por la idea de que las herramientas ofrecen – o no – una oportunidad para dialogar de manera más horizontal con la comunidad.
Nos parece importante entender la democratización de la ciencia como acceso a distintos niveles de dominio técnico, más que de una “cientificación” de la comunidad. En ese sentido más que autonomía técnica, es mejor pensar en colaboración a largo plazo para el aprendizaje o empoderamiento comunitario (por ej. a través de la capacitación de “expertos”, personas con conocimiento técnico, de la comunidad).
Y tercero, el valor de la ciencia reside en las preguntas que nos invita a hacer(nos) y no solo en los datos y respuestas que entrega.
Una ciencia robusta se construye en sociedad y no sólo para la sociedad. El gran desafío está en responder e integrar el contexto impredecible y complejo en que se desarrollan este tipo de proyectos. Las iniciativas de ciencia ciudadana pueden contribuir a construir una cultura reflexiva que nos permita valorar y usar “la ciencia” desde un entendimiento más complejo, contextual y multidimensional (por ej. desde entender sus limites): ¿qué podemos y no podemos concluir con estos datos? ¿a quién le creemos y por qué? ¿cuándo sabemos suficiente?
"He aprendido a valorar la sabiduría del agricultor que se expresa en la experiencia y el conocimiento que tiene de su territorio."
"Que nuestra agua está sana, que es bueno efectuar análisis y debate para guiar contenidos, que nuestros productores locales son capaces de determinar ciertos valores con análisis científicos simples de diferentes recursos."
"Que el trabajo interdisciplinario entre profesionales y colaborativo con las comunidades tiene un buen potencial para enfrentar los desafíos socioambientales que se presentan en nuestros días."